20 de enero de 2009

Anónimo

            En este enero fatídico, los demonios del infierno nos han tirado con balas de plata sobre la línea de flotación y nos han hundido. Hundido en el dolor, por la pérdida de un gran AMIGO.

            AMIGO, te nos fuiste y, nos has dejado huérfanos, ya no serán lo mismo los días de fútbol, sin tu buena compañía.

            AMIGO, tu querido Numancia queda sin su buque insignia (secretario, tesorero, presidente) ¿habrá alguna cosa que no hayas hecho por la entidad? ¡NO!

            AMIGO, nunca te puse una medalla, cuando estabas entre nosotros, aunque tu te la merecías. Ahora tampoco te la voy a poner porque tu no te mereces una medalla, te mereces todas las medallas del mundo.

            AMIGO, me enseñaste todas las cosas, buenas y malas de la federación: que no había árbitros buenos ni malos, sólo eso, árbitros; que no había equipos ganadores ni perdedores, sino equipos; que no somos ni buenos ni malos, solo personas; y, tantas y tantas cosas más... por eso, aparte de un AMIGO he perdido un MAESTRO.

            AMIGO, me has dejado solo, triste y abatido y, aunque sé que mis lágrimas no te van a devolver la vida, sólo pido que desde ahí arriba, disfrutes viendo jugar a tus niños del Numancia, a esos que tanto tiempo dedicaste y, que lo hacías con todo el cariño del mundo.

            AMIGO, dicen que la vida continua y que hay que sobreponerse a las desgracias, lo vamos a tener difícil, porque tu nos llenaste nuestras vidas, con humildad y generosidad y nunca nos pediste nada a cambio.

            AMIGO, como ves, ya aprendí a no poner la firma, ni el sello, en mis comentarios, y a trabajar desde el anonimato como tu siempre lo hacías. Son cosas que aprendí de un buen MAESTRO y de un excelente AMIGO.